Cola de caballo en el valle de Ordesa |
Hola de nuevo:
En mi última publicación comenté los temas a tratar en este blog, entre ellos se incluía el apartado "comportamiento adecuado y compromiso con el medio ambiente" que a algunos les puede resultar extraño en un blog orientado a las normas básicas de seguridad en montaña. Mi opinion es que el respeto y el conocimiento del entorno en el que realizamos nuestra actividad es el mejor comienzo para realizarla de forma segura
Aun recuerdo en un mes de julio recorriendo con unos
amigos la Senda de los cazadores en el valle de Ordesa, la nefasta sensación en
mi ánimo al llegar a la Cola de Caballo y ver ese mágico lugar convertido en
una especie de piscina municipal, repleto de gentes en bañador zambulléndose en
las frías aguas del rio embadurnados en cremas bronceadoras que hacían correr
corriente abajo múltiples manchas aceitosas coloreadas por el sol, devorando
bocadillos y tirando los restos y envoltorios por doquier, como al acercarme a
un grupo para recomendarles educadamente que recogieran sus basuras puse mi
vida en más peligro que en todas mis escaladas juntas. Cuando abandone el lugar
el desasosiego y el desanimo fueron mis acompañantes hasta llegar al coche en
el Puente de los Navarros, me acompañaron todo el trayecto de vuelta a casa e incluso
se auto invitaron a cenar.
Qué actitud tan diferente si la comparas con las
gentes que frecuentan los refugios de altura o con los montañeros que te
encuentras por los altos valles y cimas y con los que, sin conocerlos de nada,
acabas compartiendo trayecto, aventura, comida, anécdotas y experiencias que se
atesoran en tu espíritu en el restringido cofre de los buenos recuerdos.
El turismo de aventura y la curiosidad de las gentes
hacen que aumente considerablemente el número de visitantes al entorno de los
Pirineos, pero por desgracia, no su educación ni su respeto por el medio
ambiente. Parecen pensar que, al igual que en las ciudades, alguien recogerá lo
que yo mancho, si esta actitud ni siquiera es apropiada en la urbe, menos aun
lo será en un espacio natural con vida propia y de delicado equilibrio.
De siempre el espíritu de los montañeros ha sido de
respeto absoluto por el entorno y de intentar pasar lo mas desapercibido
posible para la madre naturaleza, sin dejar rastro alguno que delate nuestra
presencia en sus dominios.
Hoy en día, en los caminos más transitados, ya casi
no es necesario buscar los hitos o mojones que nos indican el correcto
seguimiento de la ruta, ya que podemos sustituirlos por los restos de basura
dejados por los senderistas como si fueran el rastro de migas de pan que Hansel
y Gretel dejaron para encontrar el camino de vuelta a casa desde lo profundo
del bosque. Lo malo es que los restos dejados por los senderistas tienen poco
que ver con migas de pan, más bien el camino queda marcado por pañuelos de
papel usados, restos de papel de aluminio, bolsas de plástico, latas de
conserva o refrescos oxidadas y un largo etc. de inmundicias que la gente
abandona sin pensar en las consecuencias de este inapropiado comportamiento.
Bajo mi punto de vista no deberíamos abandonar en la
montaña ni siquiera restos orgánicos derivados de nuestra comida. Digo esto
porque hace poco me sorprendió, llegando al refugio de Respomuso, como las
marmotas salían a nuestro paso en vez de chillar y huir despavoridas al notar
nuestra presencia como es habitual a mi forma de ver porque se están
acostumbrando a ser alimentadas en vez de buscar su sustento.
Tenemos que encontrar la manera de mentalizar a todo
el mundo de lo erróneo de esta forma de actuar e incluso de ayudar al medio
ambiente recriminado educadamente a las personas que muestren un comportamiento
tan irresponsable con el entorno.
De nuevo agradecere cualquier colaboración en este y todos los demas temas propuestos.
Un saludo a todos y ya sabeis, seguir llevando vuestros cuerpos alla donde un día vuestros ojos soñaron.
Edu.
Hola Eduardo, estoy de acuerdo contigo. Yo también estuve el año pasado por última vez (no se si volveré) porque vinieron familiares de Valencia y pensamos que era un paseo fácil y que el entorno les gustaría. Aparte del desánimo que comentas sentí otra cosa: vergüenza ajena. Es una pena que por facilitar el acceso a todo el mundo a determinados parajes el resultado sea lo que ocurre en la Cola de caballo, o sin ir más lejos, en la presa de Bierge. Un saludo, y hasta la tarde!
ResponderEliminarHola Miriam:
EliminarMuchas gracias por tu comentario. Espero que las futuras entradas de mi blog te sigan pareciendo interesantes y a ver si entre todos conseguimos mentalizar a la gente de la necesidad de mantener nuestros espacios naturales limpios y llenos de vida.
Un cordial saludo:
Eduardo Eizmendi Von Binder
La ultima vez que descendimos la Peonera hace 2 meses... llegamos a la presa, la imagen fue un tormento para mis ojos. Usaban los arboles para atar las las tumbonas como balancines! Por no hablar de los caminos continuos...en fin!
ResponderEliminarLa verdad es que yo tuve la suerte de conocer ese paraje hace unos 25 años, cuando solo cuatro chalados hacíamos descensos de barrancos y era un remanso de paz y tranquilidad, incluso podías saltar desde la presa sin esperar a encontrar hueco hoy por hoy se me cae el alma a los píes cuando paso por ahí.
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